La maternidad es crecer y aprender juntos, desde los primeros pasos atolondrados hasta el momento de soltar y aprender a vivir con ello. Un cúmulo de experiencias únicas y un constante fluir de aprendizajes compartidos a lo largo de la vida.
Como no nacemos sabiendo ser madres ni tampoco hijos, nos vamos transformando y evolucionamos en este viaje de crecimiento mutuo, aunque sí creo que nuestro instinto maternal es innato y va incrementando día a día
Debemos aprender a elegir palabras adecuadas para guiar y apoyar a estos peques que son una extensión de una misma pero a su vez enseñarles que deben afrontar desafíos a lo largo de su vida y no siempre estará mamá para acompañarlos.
Nuestros hijos nos desafían permanentemente a ser mejores, a estar presente y por supuesto, a predicar con el ejemplo.
Debo confesar que aún sigo siendo protectora (a pesar de que mis hijos no opinen lo mismo) pero una vez que la etapa escolar terminó he aprendido a soltar, no mucho, a decir verdad pero sin dejar de ser estricta.
A lo largo de estos años, algo que les he inculcado, es que siempre mantuvieran su singularidad y supieran que querían de su vida. En la actualidad, los dos son muy diferentes a pesar de haberlos criado de la misma manera y mantienen su peculiaridad. Mi madre siempre decía que hay que saber tratar a cada hijo en especial y con lo que conlleva. ¡Cuánta razón tenía!
Hoy en día ya son hombres y me asombran por lo que han logrado, quizás un poco por mi influencia y tenacidad pero si seguro gracias a su propio esfuerzo y determinación y sin restarle mérito a mi compañero de vida.
Una madre y un hijo permanecen en un poderoso vínculo que trasciende en el tiempo y en el espacio, dejando huellas imborrables de amor, orgullo y crecimiento mutuo. Lo digo por experiencia, ojalá el día de mañana mis hijos sientan el mismo orgullo que siento por la mía y extraño cada día más, mi ejemplo.
¡Feliz día a todas las mamis este 10 de Mayo y todos los días!
Con cariño
Roxana